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martes, 30 de marzo de 2010

NEPOHUALTZINTZIN: MICA, PALABRA CORTA PERO CON ENIGMAS



La mica encontrada en Teotihuacan es originaria de Brasil, también recientes experimentos han encontrado que el eslabón del origen de la vida se encuentra dentro de la mica


Encontrar mica no parece muy difícil, pues aunque siempre van acompañadas de otros minerales y todos están medio ocultos entre duras rocas, figuran entre los elementos más abundantes de la naturaleza.

En 2005, según la British Geological Survey, la India tenía los mayores depósitos de mica del mundo; China era el mayor productor y le seguían Estados Unidos, Corea del Sur y Canadá. 

Se estima que aproximadamente 3, 8 por ciento de la corteza terrestre lo componen estos minerales que pertenecen a un grupo numeroso de silicatos de albúmina, hierro, calcio y magnesio.

Estos maravillosos regalos de la tierra son muy nobles en el momento de convertirlas en delgadas láminas flexibles, poseen una resistencia inigualable al calor, al agua y están dotadas de propiedades aislantes eléctricas y térmicas.

La industria moderna necesita la mica en aplicaciones de alta responsabilidad como aislamiento de máquinas de alta tensión, de gran potencia, turbogeneradores, motores eléctricos y algunos tipos de condensadores.

Palacio del Quetzalpapalotl en Teotihuacan, segundo edificio recubierto con mica

Debido a que la mica mantiene sus propiedades eléctricas cuando se calienta a temperaturas superiores a los mil grados centígrados, se le considera un material de la clase térmica alta.

Mica hay, obtenerla pura es otro tema. Ante todo hace falta volar la roca, luego eliminar los minerales extraños, aportarle el calor y contentarse —aún hoy— con un bajo rendimiento de explotación, cuya cifra oscila entre el uno o dos por ciento (raramente se llega al 10%).

Hasta aquí, más o menos abreviada la historia de la mica. La nota curiosa es otra y para eso hay que remontarse varios siglos atrás en el hoy mundialmente famoso Valle de los Muertos, en el Teotihuacán mexicano, donde están las pirámides del Sol y de la Luna.

Datos históricos bien fundamentados aseguran que Hernán Cortés pasó casi de largo por el lugar que era, por esa época, una montonera de tierra y vegetación silvestre, el mismo aspecto (tal vez algo más empeorado) que vio Leopoldo Batres, un seguidor del general Porfirio Díaz, Presidente de México hasta 1911.

Pero Batres no era ni remotamente ‘’adivino’’, tenía información para saber que allí había algo más, y el 20 de marzo de 1906 mandó a limpiar el montículo para dejar al descubierto las dos pirámides que los toltecas usaron entre otras cosas, como templos para adorar, guardar secretos y quizás oro, aunque ellos, a este preciado mineral le daban poca importancia.

 Para los Teotihuacanos era más importante el contenido, y en segunda parte el contenedor, esta es la diferencia entre alma y espiritu


En la Pirámide del Sol, de unos 70 metros de altura, la Fundación Viking halló luego, a 300 metros bajo tierra, un cobertizo de techo de uralita que cubre casi 28 metros cuadrados de suelo hecho con finas láminas de mica de apenas seis centímetros de grosor. 

Los arquitectos de Teotihuacan colocaron mica, ese mineral aislante, flexible, a prueba de reacciones nucleares y protector excepcional bajo tierra alrededor del siglo II antes de nuestra era. La primera pregunta es: ¿Para que? No se sabe, pero se sigue investigando.

La segunda pregunta para no seguir con las interrogantes es: ¿De donde la sacaron, si en el lugar no hay mica?

La respuesta más cercana a este segundo misterio la dio el propio ADN del mineral al señalar sin duda alguna, que necesariamente los antiguos mexicanos la trajeron de una veta rocosa situada a más de tres mil kilómetros de distancia, en el hoy Brasil.

Cómo se las ingeniaron los toltecas para trasladar casi 30 metros cuadrados de mica, es sin dudas otro enigma sin resolver, pero se sigue investigando con la misma paciencia que tuvieron los que cargaron con esa delicada materia hace 22 siglos y la pusieron bajo la Pirámide del Sol. 

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