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jueves, 28 de octubre de 2010

LA PROCEDENCIA YA NO ES UN MISTERIO



Científicos locales han obtenido resultados preliminares de investigaciones genográficas en Panamá.

La búsqueda de una respuesta a la pregunta de dónde venimos, ha sido objeto de estudios científicos durante décadas. Sin embargo, al descifrarse la secuencia completa del genoma humano, en 2003, esta búsqueda se intensificó.

A pesar de todo, la pregunta sobre quiénes fueron el Adán y la Eva de la humanidad se mantenía sin respuesta.

Descubrimientos científicos han revelado que todos los seres humanos tienen 46 cromosomas agrupados en 23 pares; el par 23 es el que determina el sexo del individuo en base a la combinación de los cromosomas X y Y: XX define el sexo femenino y XY el masculino.

Estos cromosomas se encuentran en el núcleo de cada una de las células del ser humano. En adición, en el citoplasma de dichas células aparece una organela conocida como mitocondria, que contiene ácido desoxirribonucleico (ADN) mitocondrial (mt), que desencadena una herencia de línea materna exclusiva.


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Para esta investigación, la participación de locales fue de: 1,331 733

 
Cuando el óvulo de la mujer es fecundado, el ADN mt proveniente del padre se pierde. Por lo tanto, esa unión va a tener solamente ADN mt de la madre, lo que constituye un marcador de linaje materno exclusivamente; al igual que el cromosoma Y, que es transmitido únicamente por sus padres a los hijos varones.

Pequeñas mutaciones que se dan en la secuencia ininterrumpida del ADN mt, originan un ADN mt que da inicio a nuevas familias que se denominan haplogrupos.

Si estos cambios son los suficientemente adaptables al medio ambiente, los nuevos rasgos de estas familias prevalecerán en las futuras generaciones. Sin embargo, casos fortuitos como climas extremos, enfermedades o situaciones de hambruna acabarían con el nuevo haplogrupo.

Así se comprueba una vez más la teoría de Darwin, en la que solo el ser más adaptable y fuerte es el que sobrevive.

El Movimiento  

En 2005, la revista National Geographic, en colaboración con el biólogo Spencer Wells, comenzó un estudio dirigido a obtener una respuesta a las interrogantes sobre el origen del ser humano.

Según los estudios realizados en los últimos años, se ha descifrado que el ADN mt o la "Eva de la Humanidad" nace en el continente africano hace aproximadamente 150 mil años.
Cuando grupos de homo sapiens –hombre moderno– abandonan África y llegan al Medio Oriente, hace unos 80 mil ó 100 mil años, comienza una evolución de nuevos haplogrupos, explica el arqueólogo Richard Cooke, del Instituto de Investigaciones Tropicales Smithsonian (STRI).

El primer grupo se desplaza y coloniza lo que hoy es Europa, diversificándose: unos hacia Europa del este y otros hacia Australia, por la costa, hace aproximadamente 35 mil años. Un grupo eligió la ruta del norte de Eurasia hasta llegar al estrecho de Bering, hace unos 20 mil años.

Esta migración fue portadora de cuatro haplogrupos denominados: A, B, C y D, que se desplazaron por todo el continente americano, dispersándose y asentándose en varios sitios en un período de aproximadamente 5 mil años.

Actualmente se debate si la migración de estos grupos en América fue de manera terrestre –bordeando las costas– o una combinación de ambas, explica Cooke.

¿Cómo lo descubrieron?

Hay pocos sitios arqueológicos en América Latina que han brindado evidencia de las primeras migraciones costeras, ya que la elevación de los niveles del mar después de la última Era del Hielo, ha dejado en las profundidades los restos que demuestran presencia humana en estos sectores.

"Al derretirse los glaciares, los océanos en todo el mundo se elevaron hasta alcanzar, desde hace unos 7 mil años, un nivel cercano al actual, trayendo como consecuencia una escasez de muestreo y poca cobertura arqueológica", aclara el científico.

Sin embargo, hay sitios que han proporcionado valiosos datos. Uno de los más puntuales ha sido Monte Verde, en Chile. "Hay evidencia de hace unos 14 mil 500 años sobre un grupo de humanos que recogía frutas silvestres, algas marinas, plantas medicinales, y que cazaba animales ahora extintos", comenta.



Otros sitios de esta época son Paisley Cave, en Oregón, Estados unidos, y Taima-Taima al noroeste de Venezuela.  Taima Taima es una cueva ubicada en el estado de Falcón, en Venezuela. Su principal estudioso es Alan Bryan de la Universidad de Alberta (Canadá) y tiene una antigüedad fechado de

13 000 años a.C.  Los hombres de Taima Taima subsistieron con la cacería de enormes mamíferos y  la recolección de frutos silvestres, habitaban en cuevas o en campamentos no permanentes y sus instrumentos eran de hueso y piedra. En el sitio arqueológico se han hallado puntas de proyectil lanceoladas, artefactos cortantes o lascas obtenidas al golpear trozos de cuarcita, raspadores, hojas bifaciales usadas como hachas y hojas con pedúnculo. Estos restos fueron ubicados junto a osamentas de mastodontes y  megaterios de finales del Pleistoceno. 

En Panamá hay muy poca evidencia de presencia humana. La que se ha podido obtener data de hace 13 mil años y son unos cuantos utensilios de piedra.  "Sin embargo, se supone que los antecesores de los grupos que se asentaron en Chile (Monte Verde) habrían pasado por las costas panameñas", añade Cooke.

A pesar de que todos descendemos de una población que vivió en África, las personas que entraron a América no tenían rasgos físicos similares, ya que habían experimentado 50 mil u 80 mil años de evolución. Lógicamente hay cambios, comentan los especialistas.

En panamá

De los grupos indígenas que llegaron del norte a lo que es hoy en día Panamá, una parte continuó hacia el sur. Aquellos que se asentaron en esta zona fueron los mismos que continuaron hasta los tiempos de la conquista, e inclusive hasta nuestros días.

Por eso, al hablar de la población en la zona istmeña se debe destacar como una de las principales características, la continuidad. Los indígenas actuales que habitan en el istmo, comenta el arqueólogo del STRI Richard Cooke, pertenecen a un grupo con características genéticas y lingüísticas particulares que han permanecido en Baja Centroamérica y el norte de Suramérica.

Los movimientos locales de estos indígenas también son una demostración de la continuidad. "No han sido traídos de otras regiones", añade.
Entonces, los indígenas que conocemos hoy son descendientes directos de aquellos que llegaron desde el norte y, quizás por esto, hay una gran similitud física entre ellos. Sin embargo, existen características genéticas microevolutivas que los van diferenciando a lo largo del tiempo, produciendo separación y nuevos grupos.

En Panamá

De los grupos indígenas que llegaron del norte a lo que es hoy en día Panamá, una parte continuó hacia el sur. Aquellos que se asentaron en esta zona fueron los mismos que continuaron hasta los tiempos de la conquista, e inclusive hasta nuestros días.

Por eso, al hablar de la población en la zona istmeña se debe destacar como una de las principales características, la continuidad. Los indígenas actuales que habitan en el istmo, comenta el arqueólogo del STRI Richard Cooke, pertenecen a un grupo con características genéticas y lingüísticas particulares que han permanecido en Baja Centroamérica y el norte de Suramérica.

Los movimientos locales de estos indígenas también son una demostración de la continuidad. "No han sido traídos de otras regiones", añade.

Entonces, los indígenas que conocemos hoy son descendientes directos de aquellos que llegaron desde el norte y, quizás por esto, hay una gran similitud física entre ellos. Sin embargo, existen características genéticas microevolutivas que los van diferenciando a lo largo del tiempo, produciendo separación y nuevos grupos.

Adán y Eva Panameños

En 2007 fueron encontrados, en un sitio precolombino que yace bajo las ruinas coloniales de Panamá Viejo, los restos óseos de tres personas. Estos restos tienen entre 800 y mil años de antigüedad. Bajo la iniciativa del doctor Jorge Motta y el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (ECGES) –donde se desempeñaba como director general–, se desarrolló la logística necesaria para recolectar las muestras panameñas que más tarde se enviarían a analizar.

Con un diente y otras pocas piezas óseas de los restos hallados, la Fundación de Genealogía Molecular de Sorenson, ubicada en Utah, Estados Unidos, se mostró interesada en darle seguimiento y profundizar los estudios en Panamá. Esta fundación tiene como finalidad estructurar la genealogía mundial.

Además, el interés y la colaboración de los científicos en biología molecular Alessandro Achilli y Ugo Perego, de las Universidades de Perugia y de Pavía –ambas en Italia–, respectivamente, hicieron posible esta investigación. La Universidad de Firenze (Italia) y sus investigadores del departamento de Biología Evolutiva, también colaboraron.

Panamá, al tener una migración alta y variada, es una muestra representativa de América Latina, explica el doctor Juan Miguel Pascale, director de Genómica del ICGES. Motta explica que las secuencias del ADN mt de las mujeres que migraron al Istmo, definieron la composición racial en la línea materna de América.  Agrega que "existe un concepto de raza humana. Sin embargo, es biológicamente ilógico hablar de una raza blanca, negra o amarilla, ya que se estaría hablando de fenotipos, culturas, religión, etc.".

Fue entonces cuando en enero de 2008, un grupo multidisciplinario perteneciente al ICGES decidió comenzar la investigación local que determinara cuáles habían sido los ancestros panameños.  La doctora Maribel Tribaldos de Suárez, investigadora del ICGES, recorrió todo el país tomando muestras de casi mil 800 hombres y mujeres de las nueve provincias y todas las comarcas indígenas.

El estudio exigía tomar una muestra de células vivas de cada persona, a través de un método no invasivo. Este consistía en darle al participante un envase con una solución, semejante a un enjuague bucal, la cual debían mantener por un tiempo en la boca y luego depositar ese líquido en el recipiente.

Durante este proceso, las células de la mucosa bucal se desprenden y se mantienen en el líquido. Luego las muestras fueron trasladadas hasta Sorenson, explica Pascale.

Además, el participante debía llenar el gráfico de un pequeño árbol genealógico con, al menos, tres generaciones con sus nombres, sitios y respectivas fechas de nacimiento.

Los resultados arrojaron todas las mutaciones a nivel cromosómico que tuvo cada participante, logrando determinar los haplogrupos a los que pertenecen, tal como ya se ha mencionado antes en relación a que en América existen cuatro principales haplogrupos que se extendieron desde el norte del continente hasta el sur, A, B, C y D.

Dichas letras se asignan a grupos con un significado regional, racial y geográfico determinado.

Primeros Resultados

El estudio buscaba determinar las mutaciones en el cromosoma Y y en el ADN mt, ambos determinantes del componente étnico de cada persona.

Los resultados preliminares de los estudios son muy claros, explican los doctores Motta y Tribaldos de Suárez: los haplogrupos que llegaron a estas tierras pertenecen en un 78% a mujeres indígenas americanas. Es decir, que más del 70% de las mujeres panameñas lleva consigo uno de estos marcadores genéticos que pertenecen a indios del norte, añade Motta.

Estudios similares se han llevado a cabo en sitios cercanos como Medellín, Colombia, arrojado resultados muy parecidos.

Pero no solo se han hecho estudios de la línea materna; también se quiso averiguar cuál había sido el Adán panameño, y los resultados indicaron que los ancestros masculinos provienen en un 81% de Eurasia, en un 8% de África, 6% de Medio Oriente y 5% de América como indica el gráfico.

La explicación dada por los investigadores a este hallazgo, es que hubo un movimiento invasivo de hombres provenientes de estos sectores, que llegaron a tierras americanas, acabaron con los hombres locales, y procrearon con las indígenas norteamericanas.
Con la poligamia como parte de la cultura general, los hombres procreaban con varias mujeres, aumentando la población.   "Cuando se tomaron las muestras en las diversas provincias, la diferencia en los rasgos físicos era notoria entre unas poblaciones y otras", comenta Tribaldos de Suárez. "Esto se debe a que el fenotipo (rasgos físicos) es diferente al genotipo (constitución del ADN)", explica la investigadora.